Sin duda uno de los factores más importantes es la temperatura, que debe oscilar entre los 20 y 25 ºC, de forma que el jamón conserve y transmita todas sus propiedades organolépticas de apariencia, textura, sabor y aroma. Con estas temperaturas la grasa está en su punto para mezclarse con el magro y hacer que el jamón sea mucho más jugoso. El jamón se suele servir en lonchas, para lo cual se requiere cierta habilidad. Lo ideal es que las lonchas sean finas y no demasiado largas.